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IN MEMORIAM de Jesús Tepactepec (Crónica senequista de una tragedia)

PRIMERA PARTE

En el ojo de la tragedia

La posibilidad del desastre apareció muda en ese pueblito tlaxcalteca ubicado casi en el límite con el Estado de Puebla.

Con premeditación conocía el potencial daño que podría ocasionar el impresionante número de artificios pirotécnicos que a cuestas cargaban los devotos del Padre Jesús de los Tres Caminos.

Minutos después del mediodía, a lo lejos, una inusual nube de humo ascendió al cielo nublado y húmedo del viernes 15 de marzo de 2013, precedida por un estruendo ensordecedor, que delató la ubicación de los fieles en procesión.

El hedor de la pólvora encendida fue atravesado por el lamento de los heridos y las expresiones de horror de los que descubrieron el escenario de destrucción, apenas equiparable al de un acto terrorista.

En un instante, el pueblo de Jesús Tepactepec se halló herido profundamente.

Jamás esperó ver los cuerpos de sus hijos yacer inertes en el camino hacia el Santuario, mucho menos en la víspera de las festividades del Padre Jesús.

El escenario parecía una estampa dantesca de aspectos inenarrables que desnudaban la fragilidad del cuerpo humano, un recipiente endeble que por su misma naturaleza puede sucumbir a los daños del hombre y de la naturaleza.

Quebrados y quemados, indefensos y desvalidos, decenas de fieles resultaron abandonados a la insolencia de su suerte.

Sentir el frío propiciado por la baja presión del ambiente era vivir en el ojo de esa tragedia.

“Nada hay que no deba ser previsto; nuestro ánimo debe anticiparse a todo acontecimiento y pensar no ya en todo lo que debe suceder, sino en todo lo que puede suceder”, afirmó Séneca, pensador e intelectual, el máximo representante del estoicismo romano.

EL ESPANTO – SEGUNDA PARTE

EL ORIGEN – TERCERA PARTE

DIOS – CUARTA Y ÚLTIMA PARTE

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