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EL DÍA QUE MATARON A ZAPATA
(Una colaboración de Arnulfo Santos, miembro de la Sociedad de Geografía e Historia, Estadística y Literatura de Tlaxcala)
“Es mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado”, es una de sus frases más recordadas.
Una traición y una emboscada tuvieron lugar, para luego verlo caer ante Carranza y su gente, en Morelos.
Allí murieron los sueños de sus seguidores, y del pueblo que pedía la devolución de sus tierras.
El 10 de abril de 1919, pasaba del mediodía, cuando mataron a uno de líderes militares y campesinos de la Revolución Mexicana: Emiliano Zapata Salazar, quien, tras ser atacado con arma de fuego, perdió la vida a los 39 años, en la hacienda de Chinameca, Morelos.
Era conocido como “El Caudillo del Sur”, como “El Atila del Sur”.
Hoy se cumplen 100 años de su muerte.
Pero hagamos memoria, repasemos la historia.
Ese 10 de abril fue el momento de la última batalla.
Pero la suerte no acompañaría a Emiliano Zapata.
Había creído en Jesús Guajardo, quien para ganarse su confianza había matado a 50 soldados federales y le había entregada armamento, pero solo le había dado pruebas falsas para hacerle caer en la emboscada que le tenían planeada, junto con Pablo González y el propio Venustiano Carranza -al parecer, el revolucionario busca dialogar con los contrarios para pasar la lucha-.
Guajardo le habría entregado armamento a Zapata, que se hacía acompañar en ese momento por 100 hombres.
Lo siguió hasta la Hacienda de Chinameca, Morelos, y esperó que este se encontrará descuidado para dar la orden del ataque a los soldados que se encontraban escondidos en la azotea del lugar.
Ante el primer disparo, Zapata tomó su pistola, pero de un disparo se la tumbaron, y luego le dieron el tiro mortal en el pecho. Lo remataron con 20 ráfagas de escopeta.
En tan solo unos minutos, los soldados se tomarían fotografías con el cadáver del revolucionario.
Con él moriría ese amor por devolverle al pueblo las tierras que le habían sido arrebatadas.
Su cuerpo fue llevado en mula desde la Hacienda de Chinameca a Cuautla, Morelos.
Una vez en ese lugar, su cuerpo fue inyectado para que resistiera los tres días siguientes.
Durante dos días estarían sus restos a la vista del pueblo en la estación de policía para que esto sirviera de escarmiento a los rebeldes revolucionarios que lo apoyaban.
Las fotografías de su cuerpo fueron captadas de manera oficial por José Mora, quien trabajara con Pablo González.
Las imágenes se enviaron para difundir la noticia en la prensa de todo el país.
Tras ser mostrado el cuerpo a su gente, fue sepultado el 14 de abril en Cuautla.
Se cree que entre las peticiones de Carranza y las personas que los traicionaron estuvo que los atacantes no dispararían en la cara del caudillo, para que este quedará reconocible para comprobar que era él.
Tras su muerte, Zapata se convirtió en noticia de gran importancia tanto en México como en Estados Unidos.
La muerte de Zapata se convirtió en noticia nacional e internacional.
Las fotografías llegaron a la prensa cuatro días después de su muerte.
Mostraron el cadáver y el funeral.