DESATANDO AL TIGRE: LA MARCHA POR TLAXCALA

JOSÉ RAMÍREZ

La Marcha por Tlaxcala cumplió su propósito.

Quienes la convocaron y organizaron lograron su objetivo.

La especulación mediática le dio una dimensión catastrófica que nunca tuvo.

Era una manifestación a favor de la libre expresión, una marcha de rechazo a la represión y el autoritarismo. Nunca se habló de bloqueos o platones.

Y justo por ello es que, a la vista de los oficialistas, fracasó. Pero no es así.

Hizo evidente la derrota moral de una administración paralizada por los riesgos de su propia trampa.

La desatención de las demandas de los diversos grupos inconformes contribuyó a la creación del Frente Unido de Trabajadores en Defensa de los Derechos Laborales, integrado por los sindicatos “7 de Mayo”, “Mártires de 1910”, “Alberto Juárez Blancas”, “Justo Sierra” y Sección 55 del SNTE.

Y a este movimiento se han sumado organizaciones sociales, colectivos y grupos de ciudadanos inconformes con la situación de inseguridad, corrupción y opacidad en la entidad.

Por separado, las autoridades podían emplear mecanismos de coerción e intimidación. Pero unidos, se activan frentes que simultáneamente requieren atención.

Ante esta crisis, el gobierno no se mueve. Palidece la gobernación, se fractura la gobernanza.

Ya no puede hacer de la presencia policial su mejor respuesta, porque fortalece la percepción de represión que se la ha atribuido.

Sin capacidad de respuesta, sin soluciones a los problemas que enfrenta, la actual administración exhibe un preocupante vacío de autoridad y liderazgo.

Y ese vacío fue llenado por la voz de miles de personas que salieron a las calles a expresar su rechazo a un estilo de gobierno autocrático, que sólo escucha elogios y admite aplausos.