EXPRESIONES Y OPINIONES
¡DE LOS DIPUTADOS VENDEPATRIAS!
«EL GANSO»
Las y los integrantes de la LXIV Legislatura local demostraron este jueves que su nivel de sumisión no tiene límites.
¡Qué indignante resultó que votaran a favor de eliminar dos requisitos para ser Secretario de Gobierno en Tlaxcala!
Con excepción de la voz crítica del diputado Juan Manuel Cambrón, el resto de las y los legisladores que se dicen tlaxcaltecas aprobaron quitar de la Constitución del Estado la calidad de tlaxcalteca y tener una residencia de siete años para quien sea designado responsable de la política interna del estado.
Parece que nadie más se dio cuenta que son los mismos requisitos que se piden para ser Gobernador en la entidad, precisamente, porque ante las ausencias de la persona titular del Poder Ejecutivo es el Secretario de Gobierno el encargado de suplirlo.
Resulta vergonzoso que, en el afán de imponer a una persona que no es del estado y que tiene escasos tres años “domiciliado” en la entidad, se haya modificado la máxima ley para cumplir el capricho de un gobierno que no ha dado el ancho ni en gobernabilidad ni en gobernanza.
¿Qué valor tiene para las y los representantes populares que despachan en Palacio Legislativo la calidad de “Tlaxcalteca”?
¿Dónde quedó su sentido de identidad política, social, ideológica y cultural?
¿Tan jodida está la clase política estatal que no reconoce valía ni mérito en perfiles y cuadros formados en Tlaxcala?
Ojalá en los Cabildos de los 60 Ayuntamientos aún haya algo de dignidad para al menos generar el debate que por conveniencia, ignorancia o cobardía, no se dio en el Salón de Sesiones este 26 de octubre en el Congreso del Estado.
Tan débil o desentendida de la realidad estatal está la oposición, que ni las dirigencias del PRI o el PAN, que han sido gobierno en el estado, fijaron contundentemente una postura al respecto.
Ahora, el único calificativo que embona a las y los 24 diputados locales que, ciegamente, avalaron la modificación al Artículo 67 es el de vendepatrias. Que cada cual se haga responsable de las consecuencias que, en el futuro, pueda tener su decisión criticable. Ya tendrá razón Luis Antonio Ramírez al demostrar que «la culpa no es del indio, sino de quien lo hizo compadre«.